Los días son interminables mientras se camina en el valle del dolor
En esos días donde las masas callan y el fuego se apaga,
Cuando los pasos se hunden y la tierra te traga,
Donde lo único que deseas es el término de esa agonía despreciable.
Son lerdos los zumbidos de la pobre alma errante
Que arrastra consigo la condena de su eterno error
De algo que nunca pensó pero que cometió
De la peor jugarreta que su mente jamás le jugó
Algunas veces cae, y cree que no puede levantarse
En esos momentos, ¡YO!, y solo yo, fui el que lo sostuvo
Pero el abrumo era tal que cada vez que lo tocaba era yo el que también caía.
Algunas veces muere, y cree no poder vivir otra vez
En esos momentos, ¡YO!, y solo yo, fui el que no estuvo de acuerdo con el
Pero el abrumo era tal, que cada vez que lo negaba, era yo el que también moría.
1 comentarios:
¡Excelente! Muy bueno, felicidades...
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